Como dirigentes de Cursillos de Cristiandad, debemos sabernos instrumentos en las manos del Espíritu Santo.
La principal actitud como evangelizadores es caer interiormente de rodillas, desarrollar siempre un sentido de humildad y dejarnos guiar prudentemente por el Espíritu Santo.
Debemos tener una progresiva entrega para llevar la Buena Nueva del Evangelio a los alejados de Cristo y de la Iglesia, en los ambientes donde nos desenvolvemos.
Contar siempre con una disposición dinámica. Estar siempre dispuestos, con una capacidad de asombro permanente y renovada para interpretar los signos de los tiempos. Poner al servicio de los demás los talentos que hemos recibido.
Ser testimonios de vida cristiana, ser auténticos, no es hablar de una forma y vivir de otra, es hacer vida los que decimos. Es siempre ser los mismos, dentro y fuera del Cursillo. Es encarnar lo que decimos, pues evangelizamos más con el testimonio de vida que con la palabra.
La vida de la gracia se transmite por la alegría con que vivimos. No es posible anunciar a Cristo, con la cara triste. La alegría es una cualidad que sirve de atracción a nuestros hermanos.
Debemos actuar con sencillez y naturalidad, actuar sólo por Cristo y no por reconocimiento personal con naturalidad en el trato, en la oración. Cristo nos pide solamente que demos lo que tenemos, con generosidad.
Y con respecto a las cualidades sobrenaturales del dirigente de cursillos, debe tener siempre una Fe viva, y total confianza en el Señor. Y saber que sin Él nada somos. Sabernos hijos amados por Dios y abandonarnos en sus brazos cada vez que sea necesario. Tener Esperanza, sabernos peregrinos a la casa del Padre. Es creer en su promesa, la esperanza de disfrutar algún dia de la vida eterna. Y la Caridad, estar siempre dispuestos a ayudar, actuar con amor hacia el hermano.