Dijo una frase muy impactante:
» La liturgia es cada vez más libremente manipulada, los creyentes sienten que nada se celebra allí y es comprensible que abandonen la liturgia y con ello la Iglesia».
(Ratzinger, 2014).
Por consiguiente, ellos también abandonan los sacramentos, que son “signos visibles instituidos por Cristo para la gracia” (Stasiak, O.S.B., S.T.D., 2005, p. 17).
La Constitución sobre la Sagrada Liturgia, Sacrosanctum Concilium define a la liturgia como “el ejercicio del sacerdocio de Jesucristo.” (SC 7). En la liturgia los signos sensibles significan y llevan a cabo la santificación del hombre en donde el Cuerpo Místico de Cristo (Jesucristo y la Iglesia) ejerce el culto público íntegro (cf. SC 7). Esto quiere decir que todos debemos participar, no sólo el clero.
El Catecismo también habla acerca de la liturgia: “En la tradición cristiana quiere significar que el Pueblo de Dios toma parte en la obra de Dios.” (CIC 1069). En otras palabras, la liturgia es obra de Dios y obra del pueblo de Dios. Es claramente obra de Dios y el mismo catecismo nos dice:
“Por la liturgia, Cristo, nuestro Redentor y Sumo Sacerdote, continúa en su Iglesia, con ella y por ella la obra de nuestra redención.” (CIC 1069). Nos podemos preguntar, ¿Cómo el pueblo de Dios puede tomar parte es esta obra? Nuevamente el Catecismo nos dice: “La Liturgia es también participación en la oración de Cristo dirigida al Padre en el Espíritu Santo.” (CIC 1073). Esta oración es realizada por el sacerdote que actúa en representación de los fieles y el pueblo de Dios confirma esta oración generalmente con la palabra Amén.
Sin embargo, la liturgia no sólo abarca la celebración de la misa, sino también lo que hacemos antes y después. Por lo tanto, antes de la misa, debemos prepararnos leyendo las lecturas que se van a proclamar, hacer un examen de conciencia para pedir perdón por los pecados veniales durante el rito penitencial, estar en actitud de recogimiento antes de entrar al templo.
Una vez en el templo antes de la misa, ponernos a orar. No charlar con la comadre. No estar con el celular, etc. Después de misa, debemos hacer lo que dice la Santísima Virgen María: “Hagan lo que él les diga.” (Juan 2, 5), es decir, obedecer todo lo que Jesucristo nos manda a cumplir a través de la Sagrada Escritura, la Tradición y el Magisterio de la Iglesia. Es por esto por lo que la celebración de la liturgia nos puede ayudar a poner nuestra vida en orden (Stasiak, O.S.B., S.T.D., 2005, p. 4).
BIBLIOGRAFÍA
Pablo VI, P. (1963). Sacrosanctum Concilium. Concilio Vaticano II (págs. 91-128). Roma: Iglesia Católica.
Ratzinger, J. (2014). Joseph Ratzinger: Collected Works: Theologoy of the Liturgy. Ignatius Press.
Stasiak, O.S.B., S.T.D., K. (2005). Teología Sacramental: Fuentes de Gracia, Caminos de Vida. Chicago: Loyola Press.