Uno de los símbolos más emblemáticos de la Navidad es la luz. Esa luz es una señal.
Lo fue para los pastores y los magos de Oriente, pero también para Herodes, los sumos sacerdotes y el resto de las personas, solo que no todos conocían su significado. Muchos incluso sintieron temor al verla porque no estaban preparados para entenderla. Algunos decidieron ignorarla porque no la comprendieron y para otros pasó desapercibida. ¿Cómo serían las cosas hoy si la hubiesen entendido mejor?
Durante el Adviento, nos reunimos alrededor de la luz de las velas de la corona para preparar nuestro corazón por medio de la reflexión y el estudio para celebrar el renacimiento de Cristo.
Es cierto que ha sido un año diferente. Muy difícil para algunos, pero a pesar de todo les invito a recordar que hoy el Señor nos sigue hablando de maneras misteriosas. Cuando menos lo esperamos, nos llega una palabra de aliento, una voz de esperanza, como cuando en aquel momento el ángel dijo a los pastores: No teman, les traigo buenas noticias. Que hermoso debió ser cuando entre ellos mismos empezaron a compartir esa buena noticia y descubrieron que todo era verdad. Allí estaba Jesús, quien llegó en un momento inesperado al lugar correcto de forma oportuna. Por eso, queridos cursillistas, les exhorto a prepararnos para que en nuestro cuarto día la luz de Cristo renueve nuestro espíritu. Compartamos la buena noticia. Después de todo, los milagros están allí, pero tenemos que aprender a reconocerlos.
Para terminar el último editorial del 2020 de la revista Encuentro, quiero saludar a la nueva directiva del Secretariado Arquidiocesano de Cursillos de la Arquidiócesis de Panamá (SAC), para quienes pido su apoyo y oración. Que el Señor ilumine su camino en la dirección correcta.
¡De Colores!